El diésel como combustible y, más concretamente, los coches con motor diésel están en medio de la polémica desatada desde que Volkswagen reconociera el uso de software para esquivar los controles medioambientales en 11 millones de sus motores.
La principal acusación es que están contaminando las ciudades y causando toda clase de problemas de salud. Varios estudios han demostrado que los motores diésel, a diferencia de los de gasolina, emiten altos niveles de lo que se conoce como óxidos y dióxidos de nitrógeno, llamados NOx.
El dióxido de nitrógeno (NO2) es particularmente nocivo y está detrás de enfermedades como por ejemplo, la inflamación de los pulmones, lo que puede desencadenar el asma y bronquitis, y el aumento del riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.